martes, 13 de octubre de 2009

OMAU Y EL MORLACO


EL OBSERVATORIO DE MEDIO AMBIENTE URBANO

El Observatorio de Medio Ambiente Urbano (OMAU), situado en Málaga, nace como síntesis de los trabajos realizados entre 2000 y 2006 en el ámbito del Programa URB-AL, periodo en el que junto a 219 ciudades socias de Europa y América se desarrollaron numerosos encuentros e intercambio de experiencias, e igualmente se pusieron en marcha 12 proyectos de actuación.

El OMAU pretende dar continuidad a los trabajos realizados en ese tiempo en el campo del Medio Ambiente Urbano, y especialmente a los que han significado su eje de trabajo en lo que consideramos una labor integral del medio urbano:

  • El territorio y la configuración de la ciudad

  • La gestión de los recursos naturales

  • La cohesión social y el desarrollo económico

  • El Gobierno de la ciudad y la participación ciudadana






OBJETIVOS DEL PROYECTO OMAU

Específicamente el OMAU desarrolla tres campos de trabajo. (1) Por una parte, realiza el seguimiento de indicadores medioambientales tanto de la ciudad de Málaga, como de las ciudades socias. En el caso de la Ciudad de Málaga los indicadores de seguimiento están directamente relacionados con la puesta en práctica en 2006 de la Agenda 21. Para el conjunto de los socios se emplea el Sistema Integrado de Indicadores Urbanos realizados junto a UN-HABITAT de Naciones Unidas, con un conjunto inicial de 37 indicadores.

Los indicadores de seguimiento son un instrumento muy útil para confrontar situaciones ambientales urbanas en diferentes periodos de tiempo, para conocer y saber si avanzamos hacía los objetivos propuestos o tenemos problemas para alcanzar las metas establecidas en la Agenda 21. En algunos de los indicadores empleamos el soporte GIS para realizar el seguimiento periódico.

(2) El OMAU es también un centro de intercambio de experiencias donde, de forma regular, se celebran conferencias o mesas redondas sobre temas de actualidad en el campo del Medio Ambiente Urbano. En 2004 y 2005 se celebraron los primeros cursos de formación, tanto presencial, como on line, que deben tener su continuidad anual, incorporando propuestas de trabajo o formatos novedosos que se realicen en otros ámbitos.

(3) El Centro de Documentación del Programa URB-AL (CDPU) asienta su sede en el Observatorio, reforzando la biblioteca convencional y virtual que el OMAU dispone. El CDPU supone la concentración de toda la información desarrollada por el Programa URB-AL desde 1995, periodo en el que se desarrollaron 13 redes de ciudades que agruparon a 2.500 ciudades europeas y americanas. El CDPU ha recuperado los 192 proyectos URB-AL aprobados por la Comisión Europea, y que se desarrollaron entre 1998 y previsiblemente 2009. La Web del CDPU posibilita encontrar la documentación de los diferentes proyectos tanto a través de un buscador temático, como a través de su relación original con una determinada Red, funcionando a modo de biblioteca virtual de Buenas Practicas Urbanas.

UN EDIFICIO SINGULAR

Al inicio del proyecto, se tuvieron claras las premisas que debía albergar el edificio que sería sede del OMAU: el continente debería estar en consonancia con el contenido del proyecto, de forma que tanto su emplazamiento como su relación con la utilización de los recursos naturales, y principalmente la energía, fuesen óptimos.

El emplazamiento se realizó en una parcela municipal de casi 2.000 m2 localizada en lo alto de una cornisa rocosa situado entre el Mar Mediterráneo y el Parque el Morlaco, situación ambiental óptima, al tiempo que simbólica.

El edificio, heredero del movimiento moderno en su topología y estructura, tiene 981 m2 de superficie construida, y 711 m2 útiles. En su construcción se trataron de reutilizar la tierra originalmente movida como tierra aportada, de forma que se realizase una compensación de materias y se violentase mínimamente la utilización de recursos.

El edificio, construido mediante una estructura de hormigón armado blanco, está orientado sur/norte, de manera que su ventilación en las diferentes estaciones del año obligará a un mínimo gasto energético. El criterio arquitectónico es el de aplicar la autosostenibilidad y la ecología funcional de forma que se puede calificar de Bioclimático, incorporando tecnologías de primera línea.

Los sistemas de los que está dotado el edificio incorporan una red de domotización para gestionar sus recursos de confort y funcionales, mediante el diseño de una determinada escena inicial que, susceptible de ser reprogramada con diversas opciones diferentes, permite actuar sobre los sistemas de climatización, calidad de aire, protección solar, iluminación, seguridad contra incendios, seguridad al intrusismo y riego de jardines, todo ello de forma completamente automática, y esto no sólo en conexión directa sino que incorpora sistema de mandato en control remoto y a base de mandos a distancia interiores.




lunes, 5 de octubre de 2009

Francisco de Goya Luciente





Fue un
pintor y grabador español. Su obra abarca la pintura de caballete y mural, el grabado y el dibujo. En todas estas facetas desarrolló un estilo que inaugura el Romanticismo. El arte goyesco supone, asimismo, el comienzo de la Pintura
contemporánea, y se considera precursor de las vanguardias pictóricas del siglo XX.

Tras un lento aprendizaje en su tierra natal, en el ámbito estilístico del barroco tardío y las estampas devotas, viaja a Italia en 1770, donde traba contacto con el incipiente neoclasicismo, que adopta cuando marcha a Madrid a mediados de esa década, junto con un pintoresquismo costumbrista rococó derivado de su nuevo trabajo como pintor de cartones para los tapices de la manufactura real de Santa Bárbara. El magisterio en esta actividad y en otras relacionadas con la pintura de corte lo imponía Mengs, y el pintor español más reputado era Francisco Bayeu, que fue cuñado de Goya.

Una grave enfermedad que le aqueja en 1793 le lleva a acercarse a una pintura más creativa y original, que expresa temáticas menos amables que los modelos que había pintado para la decoración de los palacios reales. Una serie de cuadritos en hojalata, a los que él mismo denomina de capricho e invención, inician la fase madura de la obra del artista y la transición hacia la estética romántica.

Además, su obra refleja el convulso periodo histórico en que vive, particularmente la Guerra de la Independencia, de la que la serie de estampas de Los desastres de la guerra es casi un reportaje moderno de las atrocidades cometidas y componen una visión exenta de heroísmo donde las víctimas son siempre los individuos de cualquier clase y condición.

Gran popularidad tiene su Maja desnuda, en parte favorecida por la polémica generada en torno a la identidad de la bella retratada. De comienzos del siglo XIX datan también otros retratos que emprenden el camino hacia el nuevo arte burgués. Al final del conflicto hispano-francés pinta dos grandes cuadros a propósito de los sucesos del levantamiento del dos de mayo de 1808, que sientan un precedente tanto estético como temático para el cuadro de historia, que no solo comenta sucesos próximos a la realidad que vive el artista, sino que alcanza un mensaje universal.

Pero su obra culminante es la serie de pinturas al óleo sobre el muro seco con que decoró su casa de campo (la Quinta del Sordo), las Pinturas Negras. En ellas Goya anticipa la pintura contemporánea y los variados movimientos de vanguardia que marcarían el siglo XX.

CONTEXTO HISTORICO

La Maja Desnuda

Es una de las más célebres obras del Francisco José de Goya y Lucientes. El cuadro es una obra de encargo pintada antes de 1800, en un periodo que estaría entre 1790 y 1800, fecha de la primera referencia documentada de esta obra.[1] Luego formó pareja con La maja vestida, datada entre 1802 y 1805,[2] probablemente a requerimiento de Manuel Godoy, pues consta que formaron parte de un gabinete de su casa.

En ambas pinturas se retrata de cuerpo entero a una misma hermosa mujer recostada plácidamente en un lecho y mirando directamente al observador. No se trata de un desnudo mitológico, sino de una mujer real, contemporánea a Goya, e incluso en su época se le llamó «la Gitana». La primacía temporal de La maja desnuda indica que en el momento de ser pintado, el cuadro no estaba pensado para formar pareja.

Se ha especulado con que la retratada sea la Duquesa de Alba, pues a la muerte de esta en 1802, todos sus cuadros pasaron a propiedad de Godoy, a quien se sabe que pertenecieron las dos majas, en forma similar a lo ocurrido con la Venus del espejo de Velázquez. Sin embargo no hay pruebas definitivas ni de que este rostro pertenezca al de la duquesa ni de que no hubiera podido llegar la Maja desnuda a Godoy por otros caminos, incluso, el de un encargo directo a Goya.

El dos de mayo o La carga de los mamelucos

Terminada la guerra de la Independencia, en marzo de 1814 recibía Goya del gobierno de la Regencia (aún no había regresado Fernando VII) el encargo de perpetuar, pasándolas al lienzo, las más notables acciones de la heroica insurrección popular contra las tropas napoleónicas.

Los frutos de esta iniciativa fueron dos obras que de forma prácticamente unánime han sido consideradas lo mejor de su producción: el lienzo Dos de mayo, conocido también como La carga de los mamelucos en la Puerta del Sol de Madrid, y el titulado Los fusilamientos del 3 de mayo en la montaña del Príncipe Pío de Madrid. Ambos cuadros fueron realizados aquel mismo año y se conservan en el Museo del Prado.

El lienzo plasma de modo magistral toda la violencia del estallido popular del Dos de Mayo en respuesta a la llamada contra el invasor. Su técnica y su pasión hubo de dejar honda huella en toda la pintura patriótica del romanticismo, anticipándose al Delacroix de La Libertad guiando al pueblo. Con suma habilidad, al centrar la lucha del pueblo sobre las tropas africanas (mamelucos) que acompañaron a los franceses, consigue, junto a una mejor exaltación del color, evocar la atávica violencia española contra el moro, que sin duda hubo de contar en aquellos violentos momentos.

El análisis historiográfico ha identificado siempre el escenario con la Puerta del Sol, aunque ninguno de los edificios recogidos por el pincel de Goya permite afirmarlo. Quizá sea lógico pensar que el gran edificio rectangular sea el parque de Monteleón. Durante la guerra civil española (1936-1939), cuando el lienzo fue trasladado de Madrid a Barcelona para sustraerlo de los peligros a que lo exponía la proximidad del frente, la camioneta que lo transportaba sufrió un accidente y la pintura resultó rasgada. Los responsables del proceso de restauración decidieron no reintegrar el fragmento de lienzo deteriorado, como testimonio de las vicisitudes sufridas.



LA FAMILIA DE CALOS IV


En la primavera de 1800, meses después de haber sido nombrado primer pintor de Cámara, Goya recibió el real encargo de pintar un retrato conjunto de la Familia Real que pasaba una temporada en el palacio de Aranjuez. Goya comenzó por hacer allí estudios del natural de algunos de sus miembros, para servirse de ellos en el cuadro definitivo. Pintó diez retratos en total de los que el Prado posee cinco.

En el lienzo, del que Carlos IV hablaba como "el cuadro de todos juntos", vemos de izquierda a derecha a los siguientes personajes: el infante don Carlos María Isidro; Goya pintando un gran lienzo; el príncipe de Asturias futuro Fernando VII; la infanta doña Maria Josefa, hermana soltera del rey; una joven no identificada; la infanta doña Maria Isabel; la reina Maria Luisa; el infante don Francisco de Paula; el rey Carlos IV; el infante don Antonio Pascual, hermano del rey; a su lado asoma la cabeza de la que se ha supuesto doña Carlota Joaquina, hija mayor de Carlos IV; don Luis, príncipe de Parma; y su mujer, la infanta doña Maria Luisa con su hijo Carlos Luis en brazos.

Goya sitúa la acción en lo que parece ser una estancia del palacio, con las paredes pintadas de verde y adornadas con dos grandes cuadros. Trece figuras parecen posar ante el pintor, cuya presencia a la izquierda del lienzo y junto a los miembros de la realeza lleva a establecer un estrecho paralelismo con "Las Meninas" de Velázquez, artista por el que Goya sentía una profunda admiración.

La Familia Real se muestra de pie, vestida de sedas y cubierta de joyas y condecoraciones. Su aparente quietud y rigidez se ve atemperada por sus distintas estaturas y por la forma en que está distribuida: en tres grupos de cuatro (dos hombres y dos mujeres en cada uno). Destaca el conjunto en torno de la reina Maria Luisa, por estar en el centro y por ser la figura más iluminada, si bien se halla algunos pasos por detrás del rey, tal y como lo exigía el protocolo.

La luz, que irrumpe desde la zona izquierda arrojando grandes sombras sobre el suelo, ilumina los rostros y produce brillos y destellos en las sedas de los trajes y en las joyas y condecoraciones, realizadas todas ellas con una factura especialmente suelta y con sabios toques de pincel.




Saturno devorando a un hijo

Es una de las pinturas al óleo sobre revoco que formó parte de la decoración de los muros de la casa que Francisco de Goya adquirió en 1819 llamada la Quinta del Sordo y, por tanto, pertenece a la serie de las Pinturas Negras.

La obra, junto con el resto de las «Pinturas negras» fue trasladada de revoco a lienzo en 1873 por Salvador Martínez Cubells por encargo de Frédéric Émile d’Erlanger,[1] un banquero belga, que tenía intención de venderlas en la Exposición Universal de París de 1878. Sin embargo, las obras no atrajeron compradores y él mismo las donó, en 1876, al Museo del Prado, donde actualmente se exponen.

El fresco ocupaba un lugar a la izquierda de la ventana, en el muro del lado este, opuesto a la entrada del comedor del piso bajo de la Quinta del Sordo.

Representa al dios Crono, como es habitual indiferenciado de Chronos, o (Saturnomitología romana), en el acto de devorar a uno de sus hijos. La figura era emblema alegórico del paso del tiempo, pues Crono se comía los hijos recién nacidos de Rea, su mujer, por temor a ser destronado por uno de ellos. en la



La Maja Vestida

El traje blanco de esta Maja se ciñe de tal forma a la figura, en particular el sexo y los pechos, que parece más desnuda que la otra. La cintura la resalta mediante una lazada rosa. La nota de color del cuadro la pone la chaquetilla corta o bolero, similar al de los toreros, de mangas anaranjadas con los puños rematados con encaje negro. Lleva zapatos dorados de pequeño tamaño.

Goya la pintó con pinceladas sueltas, pastosas y muy libres, a diferencia de la Maja desnuda, en que el pintor es más cuidadoso en el tratamiento de las carnaduras y sombreados. La figura de la maja está bañada con una luz que destaca las diferentes texturas.

Se retrata a la misma mujer recostada en un lecho y mirando directamente al observador. No se sabe, a ciencia cierta, quién es la retratada. Se apuntó la posibilidad de que se tratara de la decimotercera duquesa de Alba María del Pilar Teresa Cayetana de Silva y Álvarez de Toledo, amiga de Goya. No obstante, dado que el primer propietario fue Godoy, se ha considerado más probable que la modelo directamente retratada haya sido la entonces amante y luego la esposa del mismo mencionado Godoy, Pepita Tudó.

También ha suscitado dudas el objeto rojizo que se asoma bajo los cojines; algunos pensaron que era la empuñadura de una daga o puñal, lo que acentuaría las connotaciones novelescas y eróticas del retrato. Otras fuentes creen que es un abanico cerrado.


La Cometa

Pertenece esta pintura a una serie de cartones que realizó Goya en 1778 para la decoración del comedor de los Príncipes en el Palacio de El Pardo de Madrid. A esta serie pertenecían también los cuadros titulados Jugadores de naipes y Niños inflando una vejiga.

En esta serie de cartones, como en la de las estaciones, Goya refleja el mundo y las costumbres del pueblo de Madrid. En este caso se trata de un juego muy popular que servía de distracción a los majos de su época, el echar a volar la cometa, que realmente en el cuadro tiene poca importancia. Lo más importante son los tipos que Goya representa con gran naturalismo y realidad. El colorido es muy intenso y ayuda a destacar los detalles de los trajes de los personajes. Estos trajes y estos personajes se conocen en la actualidad como goyescos.

Esta segunda entrega de cartones la efectuó Goya el 26 de enero de 1778. Se sabe que por este cartón titulado "La cometa" pidió el pintor la cantidad de 7.000 reales de vellón, que era la misma cantidad que había obtenido por otros encargos destinados a los tapices de la Real Fábrica de Santa Bárbara.

La Vendimia

Corresponde a una serie de cartones que Goya pintó para los tapices que irían destinados al comedor del Príncipe del palacio de El Pardo en Madrid.[1] Formó parte de un conjunto sobre las cuatro estaciones, tema típico del rococó,[1]Las floreras o la primavera, La nevada, La era o el verano y éste de La vendimia o el otoño en que se sirve de las uvas como símbolo de esta estación. Los cuatro se encuentran en el Museo del Prado. Se colocó en el centro de la pared y a sus lados se colgaron Pastor tocando la dulzaina y Cazador junto a una fuente. compuesto por

Goya trabajó para la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara desde 1775 hasta 1792. Los tapices se hacían con seda, e hilos de plata y oro, lo que hacía de ellos un objeto caro, asequible sólo para la nobleza.
Los Dos Viejos
Es una de las Pinturas negras que formaron parte de la decoración de los muros de la casa —llamada la Quinta del Sordo— que Francisco de Goya adquirió en 1819. La obra ocupaba un lugar junto a la puerta de entrada de la planta baja de la casa, situado a la derecha según se entra, enfrentado a la pared donde estuvo el Saturno devorando a su hijo.[1]

La obra, junto con el resto de las Pinturas negras fue trasladada de revoco a lienzo en 1873 por Salvador Martínez Cubells por encargo de Frédéric Émile d’Erlanger,[2] un banquero belga, que tenía intención de venderlas en la Exposición Universal de París de 1878. Sin embargo, las obras no atrajeron compradores y él mismo las donó, en 1876, al Museo del Prado, donde actualmente se exponen.

En el cuadro aparecen dos ancianos personajes vestidos con hábito de fraile. El situado en primer término tiene una gran barba cana, es alto y se apoya en un bastón. Desde el punto de vista iconográfico se relaciona con el dios Tiempo y podría simbolizar la vejez. El que está a su espalda está fuertemente caricaturizado. Su rostro es de aspecto cadavérico o animal y parece gritarle al oído a su compañero, lo que podría ser una alusión a la sordera de Goya.


Inquisicion Española
Fue una institución fundada en 1478 por los Reyes Católicos para mantener la ortodoxia católica en sus reinos, que tiene precedentes en instituciones similares existentes en Europa desde el siglo XIII (véase el artículo Inquisición). La Inquisición española estaba bajo el control directo de la monarquía. No se abolió definitivamente hasta 1834, durante el reinado de Isabel II.

La Inquisición, como tribunal eclesiástico, sólo tenía competencia sobre cristianos bautizados. Durante la mayor parte de su historia, sin embargo, al no existir en España ni en sus territorios dependientes libertad de cultos, su jurisdicción se extendió a la práctica totalidad de los súbditos del rey de España.